sábado, 23 de abril de 2011

SÁBADO SANTO

SER FAMILIA SIN TEMOR
Yo acompañé a María Magdalena al sepulcro. El Evangelio me denomina como “la otra María” (Mt 28,1). La acompañé y tuve el mismo temblor cuando vimos que lo que vimos. Muchos estudiosos del Evangelio harán sesudos análisis de “lo que vimos”. Siempre quedará la cosa un poco en la penumbra, como deben quedar las cosas del amor. Pero a mí, lo que se me metió en el alma fue aquello que repitieron tanto el ángel como el mismo Jesús: No temáis.
Luego lo dirá claramente otro escritor del Nuevo Testamento: el amor echa fuera al temor (1 Jn 4,18). Eso me pasó a mí: eché fuera el temor porque me inundó el amor. Me decía: si lo amo, ¿por qué voy a tener miedo? Y una fuerza me nació dentro.
Entonces entendí por qué ese sonsonete de “no temáis” lo repitió tantas veces Jesús en su vida. Lo contrario de la fe y del amor no son las ideas que uno puede tener, lo contrario es el miedo. Con miedo, con desconfianza, con reticencias, no se puede amar.
Él quería que en su grupo no hubiera temor, porque de lo contrario no habría amor. De ahí que animara tanto a echar fuera el temor. Porque cuando hay amor no hay sitio para el temor y al revés.
Habrá quien explique esto de su resurrección con palabras profundas y hará bien porque la cosa es de hondo calado. Pero yo entendí que lo de la resurrección tiene que ver mucho con el temor echado fuera. Creer en el resucitado es vivir sin temor, entender al otro sin temor, no creer que los demás, aunque sean distintos, me van a hacer daño siempre.
Una familia de gente sin temor, así es la familia de Jesús, el grupo de quienes lo aprecian. Incluso, aunque el corazón tiemble, se puede hacer parte de la familia de Jesús. Él y los amigos se encargarán de ayudarnos a que el temor se vaya quedando a la puerta.
Francisco de Asís le hizo una vez una confidencia a Clara. Le dijo: Yo, ya no tengo miedo; el único miedo es que a ti te pase algo por seguirme en pobreza. Y Clara, como siempre, fue contundente: si tienes miedo, aún no eres cristiano. Toma.
Te interesa formar con tus amigos y amigas, con toda persona, la familia de Jesús, pues tienes que confiar más, tienes que intentar sobreponerte a los miedos, no puedes obrar siempre con desconfianza.
Cuando esta noche en la Vigilia de Pascua leas el relato que habla de mí, de “la otra María”, que cale en tu corazón el mensaje del ángel y del mismo Jesús resucitado: tranquilo, tranquila, no tengas miedo.

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