martes, 29 de mayo de 2012

HERMANO MUNDO

Los sistemas religiosos tienden a crear espacios propios, alejados del “mundanal ruido”, en el marco religioso, donde se escuche bien la voz de Dios. Pero el Evangelio quiere que la voz de Dios se oiga en medio de la aldea, en el bullicio de la vida ciudadana, en el centro mismo del caminar humano.
   Hay quien piensa que si se mezcla un creyente con el marco normal de la sociedad, su fe se diluye. Pero hay personas que viven mezcladas al hecho social manteniendo una fuerte identidad: los religiosos/as en barrios que se apoyan para vivir su experiencia creyente en contextos nada fáciles; los pequeños grupos parroquiales de catequesis de adultos que van, poco a poco, actualizando su fe en el silencio de su reflexión y de sus acciones; los grupos de cristianos que, sin pertenecer a una estructura eclesiástica, se reúnen con frecuencia en torno a la Palabra en las casas alimentando así su fe para vivirla en el marco de la ciudadanía.
   La vivencia de la Pascua habría de llevarnos a tener al mundo no por una realidad hostil sino fraterna, hermano mundo en el que yo puedo vivir mi fe. Esta visión benigna es necesaria para que entendamos que la consagración cristiana se vive en el marco común de la ciudad secular.


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