sábado, 7 de julio de 2012

DESDE EL AIRE

Sin la menor duda que desde el aire te encuentras en otra posición, cómoda, si estás en un avión desde el que puedas ver algo, ¡claro está!; porque no tengo la experiencia de cómo se ve la tierra desde un ala delta o desde un globo. De todos modos han sido varias las ocasiones en que he podido observar la geografía con todos sus accidentes y admirar el espectáculo de las grandes o de las pequeñas ciudades con sus diminutas luces, formando – las grandes ciudades – un mar de fantasiosos tesoros de color.

Nunca había pasado de admirar pantanos, altas montañas, riachuelos, arboledas, sembrados y el frenético ir y venir de los automóviles por las carreteras o las autovías hasta que Luis Silvestre, que lo tenía a mi lado pegada la nariz y toda la cara contra la ventanilla del avión, sugirió por qué no escribíamos algo sobre las impresiones que se tienen viendo la tierra desde arriba, desde el aire. Se dirigía a mí y a otros pocos que estaban en los asientos vecinos y eran conocidos suyos y míos.

¿Y por qué no? ¡Nunca se me había ocurrido!, por lo que podía ser muy bien una ocasión para pensar en algo concreto y distinto.

Desde arriba las cosas se ven diferentes, a distancia, como sí tú no tuvieras nada que ver con ellas, como si aquello que está en la lejanía fuera otra que a ti no te afecta; ¡hasta los problemas parece que se han quedado fuera, que pertenecen a otro mundo! Y me parece una magnífica observación (perdón por la inmodestia), porque si viéramos las cosas, sobre todo las situaciones difíciles y problemáticas, desde fuera, como si a mí no me afectaran, como si nada tuviera que ver con ellas, muchas de las dificultades del día a día desaparecerían, pues, en verdad, gran porcentaje de lo gordo y doloroso de un problema es que me siento totalmente inmerso en él, apegado a él, y, al no tener otra perspectiva, la corta la distancia hace que me coja de lleno, que sea mío, que me duele en la piel y en el alma. Tal vez sea el poner distancia, tener perspectiva, el desapego de que eso no va conmigo lo que nos diera más equilibrio, lucidez y eficacia. (Paco Luzón, capuchino)


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