viernes, 22 de febrero de 2013

SEGUNDO DOMINGO DE CUARESMA

Se acercaba a Jerusalén, donde iban a tener lugar los dramáticos acontecimientos que le conducirían a la muerte y, para que los discípulos no se vieran desbordados por esos sucesos, para que pudieran superar el terrible escándalo de la Cruz, Jesús escogió a Pedro, a Santiago y a Juan -los mismos que más tarde serán testigos de su agonía en el huerto de Getesemaní (Mc 14,33)-, para revelarles su auténtica dimensión: el hombre que sudará sangre por la tensión de lo que se avecina; el hombre que verán como rechazado y maldito, es el Hijo de Dios, el amado, el predilecto. El hombre a quien el pueblo elegido no sabrá reconocer, es reconocido, sin embargo, por las grandes figuras históricas de ese pueblo: Moisés, autor de la Ley, y Elías, el gran profeta.
   ¿Por qué este evangelio de la transfiguración en este domingo de Cuaresma? ¿No contrastan el blanco deslumbrador del Señor transfigurado con el morado del tiempo litúrgico? ¿Por qué este evangelio aquí? Porque la Cuaresma nos sitúa ante la apremiante necesidad de colocarnos en la ruta de Jesús, de reorientar nuestros pasos por su camino -ya que mis caminos no son vuestros caminos (Is 55,8)-, de abrir nuestro corazón a su evangelio -convertíos y creed en el Evangelio (Mc 4,15)-, y esto exige someter nuestra vida a un fuerte ritmo. Un camino que solo podremos recorrer, y un ritmo que solo podremos mantener iluminados por la convicción y la experiencia de la cercanía y de la presencia del Señor. Por esto nos pone la Iglesia este relato evangélico, luminoso y esperanzador, en el tiempo de Cuaresma.
   Pero hay algo más. El Evangelio nos recuerda que Jesús no solo se transfigura en gloria, en luz; hay otras transfiguraciones "sacramentales", litúrgicas unas: en la Eucaristía (Mt 26,26-2), en la palabra de Dios (Jn 6,63; 8,51), y existenciales otras: en el hombre, particularmente en el pobre, más dura y difícil de reconocer: ¿Cuándo te vimos así? (Mt 25,31-46). La transfiguración gloriosa tuvo lugar en un monte; la transfiguración "sacramental", humilde, en un valle, que solemos llamar de lágrimas. Y esas transfiguraciones no son opuestas, y no podemos oponerlas. Los discípulos quedaron deslumbrados, y nosotros quedamos confundidos y hasta molestos por estas transfiguraciones del Señor en la debilidad y la humildad...
   La Transfiguración es, pues, reveladora de la verdad más íntima de Cristo; pero además es una llamada a la transformación personal, a que Cristo brille en nuestras vidas; y una denuncia de nuestra opacidad, de nuestra dificultad para traslucir al Señor.
   El evangelio de hoy nos invita a situarnos en la ruta de Jesús, a caminar a su ritmo. El evangelio de hoy ilumina a la Cuaresma, descubriendo su auténtico sentido: la meta de la conversión cristiana no es la mortificación, sino la transformación, pero ésta pasa necesariamente por la etapa de la Cruz -¿o también somos nosotros de los que vivimos como enemigos de la Cruz de Cristo?-.
   Como a Abrán, también a nosotros, el Señor nos invita a salir de nuestras reducidas “casillas” y mirar al cielo con la esperanza formulada por san Pablo en la segunda lectura: Él transformará nuestra condición humilde, según el modelo de su condición gloriosa...

REFLEXIÓN PERSONAL
  • ¿Qué preguntas trae a mi vida este "paso" de la vida de Jesús?
  • ¿Vivo la conversión cuaresmal como una llamada a la transformación personal?
  • ¿Siento la necesidad de configurar mi vida con la de Cristo, esforzándome por tener sus sentimientos (Flp 2,5) y por adquirir su mentalidad (I Co 2,16)?
Domingo Montero, capuchino

miércoles, 20 de febrero de 2013

MENÚ CUARESMAL


1. TENER A MANO: Abrelatas, para abrir corazones. Sacacorchos para destapar lo atascado en las relaciones con los demás. Colador, para pasar por alto las ofensas y purificar intenciones. Mandil, para el servicio desinteresado a la comunidad.
 
2. ABSTENERSE: Abstenerse de chismes, murmuraciones y calumnias que adelgazan las relaciones. Evitar consumir dosis de egoísmo. No estar de mal humor, ni poner cara avinagrada. No tomar postres helados que congelan el afecto. Abstenerse de envidiar el bien del hermano.
 
3. MENÚ RECOMENDADO: 
  • Mucha oración para aceptar la voluntad del Padre. 
  • Exquisita caridad para con el prójimo. 
  • Atención a los desamparados y enfermos. Ensalada: detalles de afecto para tu comunidad. 
  • Pan abundante para compartir. 
  • Vino de alegría para convidar a los tristes y desanimados.
  • Sopa de zanahoria para ver con buenos ojos a los demás y perdonar sus errores.  
4. SE RECOMIENDA: No tomar postre para poder compartirlo con los más necesitados.

lunes, 18 de febrero de 2013

UBI CARITAS

No te extrañe el título: es latín, y el título y el contenido de una canción religiosa cristiana que recoge muy bien el sentir y el pensar de la primera carta del apóstol san Juan y de su Evangelio. Su traducción es sencilla: “donde hay caridad”.
   La última vez que la oí y medio la pude cantar por la emoción fue en el Cenáculo, en Jerusalén. El lugar - dice la tradición - que es el sitio donde Jesús celebró la última cena con sus discípulos, pero de aquel tiempo solamente debe quedar la localización, pues el edificio actual se remonta a los cruzados, transformado por los musulmanes en mezquita; la historia está escrita por todos los rincones y cantan los diversos elementos arquitectónicos su origen y su pertenencia. La sala es amplia, con unas gruesas columnas en el centro, que sostienen unos techos abovedados. El ambiente respira amplitud, sobriedad, recogimiento.
   Nosotros llegamos después de haber recibido del hermano Rosendo, que era nuestro guía, tanto las explicaciones necesarias sobre su origen, evolución histórica y situación actual como las serias advertencias de que en ese lugar no se podía hablar, ni hacer ningún acto religioso; razón por las que todas las explicaciones nos las había dado antes, en la calle, junto a la estatua del rey David (también algo maltratada por los vándalos callejeros, dicho sea entre paréntesis, y por alguien quiere hacer comparaciones sobre ciertos aspectos de la globalización).
   La sala ya estada ocupada por personas individuales o pequeños grupos que, en silencio, rezaban o reflexionaban; otros grupos entraban, miraban por todos los rincones pensando que se irían a encontrar algo, y continuaban su ruta. Nuestro grupo, que era muy numeroso, se disperso por toda la sala procurando hacer el menor ruido posible, aunque con algún que otro cuchicheo. Alguien entonó el Ubi Cáritas que todos seguimos y al que se unieron también algunas chicas que estaban por allí… Lo que me emocionó (y no estaba emocionado yo solo, que conste), no fue el recuerdo de la liturgia del Jueves Santo con todo el significado que tiene y en aquel lugar, sino una revelación. No penséis tonterías: la revelación es igual que comprensión, que tal vez para otros ha estado claro desde hace tiempo, pero que yo vi en aquel momento con más claridad y verdad: Jesús, Amor, entrega por y para el hombre, no estaba allí, o no estaba allí exclusivamente, sino que se hace presente, está presente, en cualquier lugar del mundo donde hay amor.

Francisco Luzón, capuchino

sábado, 16 de febrero de 2013

PRIMER DOMINGO DE CUARESMA

El pasado miércoles iniciábamos un nuevo tiempo litúrgico: la Cuaresma. ¡Todos estamos enterados! Unos, los menos, por haber participado ese día en la ceremonia de la imposición de la ceniza; otros, los más, por el ruido de los carnavales. En todo caso no hay que ser excesivamente críticos con este carnaval de tres días; más preocupante es el de los restantes días del año. Y no deberíamos pasar por alto ciertos presupuestos oficiales orientados a promocionar carnavales, cuando hay familias sin vivienda, sin trabajo; con la cara desfigurada no por máscaras de cartón, sino por las huellas del hambre, de la angustia y la desesperación.
    Iniciamos la cuaresma; y lo hemos hecho con una ceremonia que invitaba a la reflexión y a la decisión: la imposición de la ceniza, acompañada de unas palabras de Jesús: Convertíos y creed en el Evangelio (Mc 1,15).
    Conversión, una palabra muy usada, pero una realidad todavía por estrenar. Palabra a la que ya nos hemos acostumbrado, pero que, sin embargo, es palabra de Cristo que hay que proclamar “a tiempo y a destiempo” (II Tm 4,2), y que, también, hay que rescatar de un uso rutinario y ritualista.
    Se nos ha insistido tanto y durante tanto tiempo en los ayunos y abstinencias que hemos terminado por identificar la Cuaresma con una especie de dieta gastronómica. Hay que ayunar y abstenerse, pero no solo de un poco de carne. En todo caso, la Cuaresma no es solo tiempo de abstenerse sino de entregarse a una múltiple tarea. 
  • Tarea de silencio, para escuchar con nitidez la voz de Dios (2ª lectura) y las urgencias del prójimo. Hacer silencio para madurar la propia palabra y hacer que ésta sea cristiana.
  • Tarea de reencuentro. Vivimos en una diáspora existencial, dispersos interior y exteriormente, divididos… El hombre necesita reencontrarse, y el cristiano ha de reencontrarse en Dios.
  • Tarea de descubrimiento. El de nuestra propia verdad - que casi siempre es pobre -, y el de la verdad de Dios -que siempre es salvadora-.
  • Tarea de reajuste. Mis caminos no son vuestros caminos (Is 55,8). Quizá sea necesario reorientar nuestros pasos por la ruta de Dios; quizá tengamos que desandar caminos…
    Las lecturas bíblicas de este domingo nos hablan de la fe en un Dios cercano al hombre, convertido en acompañante permanente de su historia, presente en todos sus avatares. Una fe que es confesión agradecida de la experiencia de Dios en la propia vida, porque el credo no puede reducirse a un enunciado teórico (Dt). La verdadera fe, además, debe llevar, como nos recuerda san Pablo (Rom), a la coherencia, a sintonizar los labios y el corazón -este pueblo me honra solo con los labios…(Mt 15,8)-. Y, finalmente, toda fe verdadera necesita pasar por la prueba, verdadero control de calidad. También la fe de Jesús, fue probada. Como el primer hombre (Gn 3), y como todo hombre, Jesús estuvo expuesto a la tentación. ¡Y a qué tentaciones! La del materialismo (1ª), la del poder (2ª) y la de la religión (3ª), pretendiendo convertir a Dios en paracaídas, para satisfacer la propia vanidad. Y, como apuntamos más arriba, no fueron éstas las únicas. Pero Jesús no solo venció la tentación sino que la iluminó, la desveló. Y así nos enseñó no sólo a vencer, sino a cómo vencer. Vencer la tentación no es solo no consentir, decir no, sino iluminar la situación tentadora, desenmascarar su ambigüedad y su mentira -pues toda tentación se presenta como salvadora y portadora de felicidad- desde la palabra de Dios. No hay que huir, sino hacer frente; huyendo se rehuye la solución. Jesús nos ha enseñado a afrontar la tentación desde la oración -no nos dejes caer en la tentación (Mt 6,13)- y desde la decisión responsable. A esto nos invita la Cuaresma.

REFLEXIÓN PERSONAL

.- ¿Qué te sugieren las tentaciones de Jesús?
.- ¿Cuáles son tus tentaciones más habituales?
.- ¿Las iluminas en la oración, desde la palabra de Dios?
.- ¿Con qué actitud afrontas la Cuaresma?

Domingo Montero, capuchino

miércoles, 13 de febrero de 2013

PREGÓN DE CUARESMA



Atención y silencio,
amigos y amigas.
Acallemos el ruido,
bajemos el tono de nuestro móvil,
que el imparable borboteo
de la vida y de la ciudad
se apacigüe en nosotros.
Hagamos silencio,
porque los pregones espirituales
demandan sosiego,
tranquilidad,
un momento de pausa
que no nos hará daño
y regará las raíces sedientas
de nuestro interior profundo.
Atención y silencio.

viernes, 8 de febrero de 2013

PESCADORES DE HOMBRES


La expresión “pescador de hombres” quiere decir salvar a personas de un peligro, hacer un trabajo por rescatar “con vida” a quien anda amenazado por la muerte. En el fondo, todo el trabajo de evangelización tendrá como anhelo generar vida, curar heridas, hacer que la corporalidad, la historia, se renueve. No se trata tanto, pues, de estar llamados a un modo espiritual de vivir sino a un modo eminentemente histórico. Es decir, la misión da su fruto cuando la persona se renueva, cuando los días muestran un horizonte nuevo, un amanecer. La ambición mayor del Evangelio es modificar las estructurar elementales de la vida para que vaya brotando la sociedad nueva. Entonces es cuando se inicia un camino de seguimiento. (Fidel Aizpurúa)

lunes, 4 de febrero de 2013

BIOGRAFÍA DEL SILENCIO


He leído en un par de horas este librito de Pablo d’Ors. Es un libro pequeño: mide 10x5,5cm y apenas son cien paginitas. Pablo es un cura de Madrid, descendiente de Eugenio d’Ors, que trabaja como capellán de hospital y también acompaña un seminario de entrenamiento espiritual denominado Buscadores de la Montaña. Y escribe; tiene varios libros, el último esta “Biografía del silencio”.
   “Basta un año de meditación perseverante, o incluso medio, para percatarse de que se puede vivir de otra forma. La meditación nos con-centra, nos devuelve a casa, nos enseña a convivir con nuestro ser, agrieta la estructura de nuestra personalidad hasta que, de tanto meditar, la grieta se ensancha y la vieja personalidad se rompe y, como una flor, comienza a nacer una nueva. Meditar es asistir a este fascinante y tremendo proceso de muerte y renacimiento”.
   Es un libro testimonial; quiere dar cuenta de un camino largo de meditación, un camino que ha transformado su biografía personal. La insatisfacción, el atractivo del silencio, la fidelidad y el permanecer, los muchos aprendizajes, las idas y vueltas, el sobrio encanto de caminar por la estepa del silencio, el mundo nuevo al que se abre, la soledad y la necesidad de algún que otro ‘maestro’, la fragilidad de todo…
   Entrar en el silencio es entrar en el Ser, en el Vivir; en el Misterio, en la Presencia, en la Gratuidad, en una profunda Confianza, en el arte de la Espera y la Esperanza. Pablo d’Ors dice que el camino del silencio ha sido para él un nuevo nacimiento…
   Creo que la fuerza del librito es que lo que hay detrás es un testimonio, un camino personal recorrido y pensado. No es nada novedoso en nuestro hoy, (en nuestra vida personal-comunitaria, humana-cristiana), hablar de los ruidos y de la necesidad del silencio, de su atractivo y de las dificultades. Quizás nos cuesta más el animarse y decidirse a hacer caminos concretos y largos, sencillos pero fieles; pensados, con una cierta intencionalidad… Atreverse a entrar de verdad en el silencio; pacientemente, pues es una inversión a largo plazo.
   Un libro precioso; que provoca, que exhorta, que invita… Que vale la pena leerlo en un par de horas y vivirlo a lo largo de todos los días, en una propia “biografía del silencio”.

Jesús Torrecilla, capuchino

sábado, 2 de febrero de 2013

JESÚS SE ABRE PASO ENTRE LA GENTE

Una viuda pagana, de Sarepta, es la única que escuchó la profecía de Elías (1 Re 17); un sirio pagano fue el que dio eco a Eliseo (2 Re 5). Jesús está queriendo decir: sois peor que los paganos, porque algunos de ellos escucharon y atendieron a la profecía mientras que ninguno de vosotros es capaz de escuchar la profecía de Isaías puesta en clave histórico. Podemos medir la convulsión de este tipo de planteamientos ante un auditorio que ha hecho de la religión establecida su fuerza y que ha cultivado siempre la certeza del derecho a lo divino.
   El intento de linchamiento es la respuesta de quien no está por un mesianismo liberador y universalista. La violencia es la constatación de su correcta comprensión del planteamiento de Jesús y de su rechazo.
   Jesús “se abre paso” entre ellos porque no habrá poder negativo e inhumano que frene el impulso del mesianismo liberador de Jesús. Por muchas que sean las dificultades, el Reino irá adelante, aunque los costes sean altos. Pero, además, “se aleja” del judaísmo, de cualquier sistema ideológico o religioso que no incluye en sus planteamientos la liberación de la persona. Dios está lejos de quien se apropia de la vida y priva de ella a los demás; desde esa lejanía lanza su mensaje de cambio y su exigencia de justicia.

Fidel Aizpurúa, capuchino