domingo, 13 de abril de 2014

DEJARSE HACER

   Hoy, Domingo de Ramos, la Iglesia nos regala la gran experiencia de escuchar toda la Pasión de Jesús para que tengamos el marco de referencia original que nos permita seguir viviendo estos próximos días antes de la Pascua.
   No puedo dejar de escribir aunque sea unas pocas líneas ante tal acontecimiento que se me hace vida cada año. Y he visto claro que lo que más me llama la atención de todo el relato es la idea que pone título a esta reflexión:”Dejarse hacer”.
  Desde todos y cada uno de los momentos que Jesús vive al dejar su casa y apostar en su vida por el anuncio de la Buena Noticia, va intuyendo que la esencia estará en ir descubriendo poco a poco su camino sin dar nada definitivamente por trazado. Sólo la elasticidad en cada momento serán clave de su experiencia desde el Espíritu. Vive la alegría de las Bodas de Cana, hasta la hondura de su Bautismo en las aguas del Jordán. Y nada tiene que “envidiar” el duro momento en el templo de Jerusalén a la tristeza de haber perdido un amigo al que posteriormente le devuelve la vida. Todos y cada uno de esos acontecimientos por los que pasa no le dejan indiferente, es más, le transforman hasta el punto de ir haciendo de Él una persona completamente distinta que se va reconociendo a sí mismo paso a paso. Se va “dejando hacer”, modelar.
   Ahora le toca subir en un burro y dejarse aclamar por los que sabe Él que de verdad le quieren y los que no lo hacen más que por un paripé mientras otros confabulan su muerte. Y a partir de aquí toda una cadena de acontecimientos que son la consecuencia de una serie de desapegos que le han transformado durante toda su vida.
   Pero aún no está todo cumplido y es necesario que se siga “dejando hacer” para al final dar lo único que le queda: hasta el último aliento.
   Sí no hay en la vida experiencia de transformación no habrá experiencia de encuentro desde dentro con Dios. Si nada se transforma no será posible conseguir distintas soluciones. La experiencia pasa por el cambio, por el dejarse hacer.
   Así, inevitablemente lo tuvieron que intuir Francisco y Clara en Asís, Ghandi, Teresa de Calcuta, y tantos otros a lo largo de la historia no sólo de la Iglesia.
   Cada día es una nueva oportunidad para ablandarse por dentro y “dejarse hacer”. La vida es sabia y los que hemos percibido la presencia de Dios en nosotros no tenemos nada que temer y sí un “gran viaje” que ganar. Dejemos al “hacedor” que hagas. Dejemos a Dios, ser Dios.
CLARA LOPEZ RUBIO

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