viernes, 18 de abril de 2014

VIERNES SANTO

   Lo que vosotros llamáis Viernes Santo fue para nosotros el día del gran mazazo. Ni nosotros, los discípulos, ni yo creo que él mismo, Jesús, creímos nunca que las cosas iban a ir tan mal. Es cierto que algo nos decía que los jefes del país no iban a quedarse quietos ante las “provocaciones” de Jesús. La gota que colmó el vaso fue la expulsión de los mercaderes del templo. Eso fue la firma de su condena. Porque hablar de Dios de forma provocadora, como lo hacía Jesús, podía pasar. Pero tocar el mercado, el dinero, el bolsillo de los poderosos era impensable.
   Sabíamos que habría problemas, pero, como digo, no imaginamos que iban a ser tan graves. Había muchas clases de castigos en la legislación vigente: multas, expulsiones temporales, azotes, etc. ¿Por qué a Jesús se le aplicó el vergonzante suplicio de la cruz? Aún hoy, no terminamos de entenderlo. Pero así fue. Lo llevaron al suplicio como la hez de los malhechores.
   Vosotros no habéis visto nunca un crucificado. Suerte que tenéis. Pero aquello era algo horrible. Primero para el reo, su nombre manchado a perpetuidad. Luego para la familia, marcada por la infamia. E incluso para sus amigos, despreciados por la sociedad. Fue un mazazo para todos nosotros. No os extrañéis que lo abandonáramos y nos dispersáramos. No estábamos preparados para eso, por más que nos lo habían advertido. Nos escondimos donde nadie nos pudiera encontrar porque pensábamos que vendrían a por nosotros. Jesús nos había querido defender en el tribunal, pero el habernos citado allí nos complicaba las cosas. Por eso, fue el día del gran abandono, de la traición del amor, aunque en el fondo seguíamos queriéndole con un amor herido de muerte. No sé por qué reaccionamos así, por qué no hubo nadie que diera la cara por él o, al menos, le acompañara hasta el patíbulo para que su vía crucis fuera algo más llevadero. No hubo nadie. Condenado y abandonado.
   Pero estamos seguros que pensaba en nosotros. Su amor era vivo, aunque estuviera herido. Un amor vivo y herido. Eso es justamente lo que celebráis cuando en la tarde del Viernes Santo releéis su pasión. El amor vivo de Jesús por encima de toda traición. Tendríais que quedaros embobados: ¿cómo nos puede querer aunque le hiramos tanto? ¿Cómo se puede amar por encima de cualquier herida? Ese es el “misterio” del Viernes Santo.
   Sobre el software del servicio se puede instalar este programa básico: amar por encima de heridas, de traiciones, de disgustos, de fragilidades, de limitación. Creer que el amor es posible en toda circunstancia, incluso en las situaciones duras de la vida. Hay personas que tienen razones para renegar del amor. Pero no es cuestión de razones solamente, es cuestión de amor a fondo perdido.
   Instala en tu ordenata, en tu móvil, el programa del AMOR A FONDO PERDIDO. Es el programa que Jesús instaló un día como hoy. En realidad, lo tenía siempre instalado. Eso tendría que animarnos esta tarde del Viernes Santo. No lo desinstales nunca para que tu vida se parezca a la de Jesús.

Pregúntate:
  • ¿Cómo fue aquel viernes para que todos le abandonaran? Intenta hacerte una idea de lo que vivieron y sintieron los discípulos y Jesús.
  • ¿Qué significa amar a fondo perdido? Pon ejemplos para que nos hagamos una idea de lo que significa.
  • ¿Cómo es posible que Dios nos ame a fondo perdido? ¿Es por méritos míos o por qué?
  • ¿Tengo que volver a amar a personas que, según creo, me traicionaron o hirieron?
  • ¿Es realmente posible instalar el programa AMOR A FONDO PERDIDO?

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