domingo, 28 de diciembre de 2014

CADA PERSONAJE, EN SU SITIO

   No puedo evitar, ni quiero, que cada Navidad resulte una evaluación de lo vivido durante el año. No me pongo a ello concienzudamente, es más bien un proceso ya natural que va surgiendo poco a poco a lo largo de los días y en distintos momentos, pero al final la evaluación se produce. Y en la de este año, y por las circunstancias que en este tiempo estoy viviendo, la evaluación quedaría enmarcada dentro de un claro contexto: dejar que los acontecimientos se desarrollen, dejar pasar y cada cosa y cada persona se coloca por sí misma en su sitio.
    No es tarea fácil, generalmente tenemos prisa, pero nada acontece antes de tiempo. Uno de los protagonistas del Evangelio de hoy dan fiel cumplimiento a esta experiencia. Simeón, anciano, pasó toda su vida esperando ver al Mesías y dejándose guiar por el Espíritu se encontró frente a Él.
   Dejarse guiar por el Espíritu es ni más ni menos que vivir conectado con la fuente y el momento propicio se nos presentará para encontrarnos con nuestro anhelo más profundo. Pero para ello, cada personaje también tenía que ir a ocupar su lugar: María, tras su alumbramiento acudir a la purificación que según la Ley la dirigía al Templo. Ana, la profetisa, como cada día, para ser testigo del encuentro y por supuesto Simeón, sin dudar de lo que de Dios esperaba.
   “Todo tiene su tiempo bajo el cielo”, dice el libro del Eclesiastés en el cap. 3, y saber esperar es a la vez prepararse para cuando tienen que suceder los acontecimientos. Y lo que acontece es porque nos conviene y en el tiempo que nos conviene.
   El tiempo de Navidad es una llamada a la vivencia interna y cuando sucede lo que realmente te hace sentir conectado con lo más profundo de ti, ya sabes entonces que das por bueno vender todo un campo para conseguir una sola perla.
   “Ahora Señor, según tu promesa….” te conozco, ya no hace falta creer por lo que otros me dicen, ya no es tiempo de mirar afuera ni buscar otras experiencias. Ahora ya, es momento de gustar la dulzura de tu Presencia que no se limita al tiempo ni al espacio ni pertenece a nadie. Ahora ya que sé que estás en todo y me limito a dejar que todo acontezca porque nada llegará fuera de su tiempo.
CLARA LÓPEZ RUBIO

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