viernes, 14 de abril de 2017

JESÚS, PUENTE PARA PIES CANSADOS

En la celebración de la tarde vamos a leer, una vez más, el hermoso relato de la pasión tal como la presenta el Evangelio de san Juan: un Jesús que, aunque humillado y herido, es el rey, el Señor, el que “reina desde el madero”. A pesar de esta hermosa presentación, el evangelista no puede menos de reseñar lo obvio: Jesús fue un humillado, un herido, sus cansados pies apenas lo arrastraron hacia el patíbulo. Por sus pies cansados puede ser para nosotros un puente por el que vayan nuestros pies cansados encontrando fuerza para caminar cada día.

Da la impresión de que cuidamos poco nuestros pies. Como el rostro es la presentación de la persona, lo cuidamos más. Pero a los pies los tenemos algo olvidados. Sin embargo nuestros pies son fundamentales: con ellos andamos nuestros caminos, caminaos a hacer el bien o, a veces, a hacer daño. Nos distinguimos de las cosas, de las piedras, de los árboles, incluso de los animales, porque tenemos pies regidos por un cerebro. Habríamos de cuidar más nuestros pies, tenerles aprecio y compasión. Nuestros humildes y escondidos pies nos son totalmente necesarios.

Nuestros pies desvelan, con frecuencia, nuestros cansancios. Arrastramos nuestros pies cuando estamos cansados. Jesús, él que también anduvo con pies cansados, acoge nuestros cansancios, quiere darles sentido, viene a decirnos que, aunque cansados, nuestros pies nos pueden llevar a la fraternidad y a la dicha.

Con ello, Jesús reorienta nuestros pasos, les da un sentido nuevo, los dirige hacia el corazón de las personas que es la mejor meta para nuestros pies. Por eso, la entrega de Jesús, su pasión, es la mejor garantía de que nuestros pasos van a llegar a la casa del otro, a la verdad que nos acoge.

Hay una pregunta sencilla en el Evangelio que Jesús dirige, a veces, a quien, cansado, está al borde del camino, como el ciego Bartimeo: “¿Qué puedo hacer por ti?” (Mc 10,51). Esa es la pregunta que Jesús nos hace; ésa es la pregunta que podemos hacer hoy a quien anda algo cansado, a quien arrastra los pies, a quien le puede la nostalgia. Si yo puedo hacer algo por ti, lo hago. Esto es ser puente para los pies cansados, para la vida cansada.

En este Viernes Santo sigue a Jesús aunque tus pasos estén algo cansados. Sigue como Pedro y los otros, que le seguían de lejos por miedo, pero le seguían. No te canses de seguirle, porque él acoge tus cansancios y los cuida, les da fuerza y te dice: puedes seguir adelante, puedes seguirme.

Quizá en este día del Viernes Santo puedes tomar aquella oración que decía el jesuita Teilhard de Chardin: “Cuando te sientas afligido, triste, cansado, adora y confía”. Adora en este día al Jesús cansado que anda el camino que el Padre le señala. Que de ahí brote la confianza.

Para preguntarse:
  • ¿Dónde encuentras fuerzas cuando te sientes cansado?
  • ¿Crees que tus pasos te llevan al corazón de las personas?
  • ¿Te reconforta ver a Jesús cansado pero entregado al designio del Padre?
  • ¿Qué podrías hacer por las personas que no haces?
 

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