viernes, 30 de marzo de 2018

VIERNES SANTO: AMOR QUE CRECE CUANDO SE REPARTE

Es una frase que atribuyen a Saint-Exupéry, el autor del El principito: “El amor crece cuando se reparte”. Porque el amor es una realidad que, al darlo al otro, no mengua, sino que aumenta. Es que el amor está hecho para ser repartido, no para ser guardado. El amor guardado es como el agua guardada, estancada: se pudre, se corrompe, se seca.

Es que la pasión de Jesús que todos los años la recordamos y leemos en el Viernes Santo, más allá de sus aspectos externos que son en lo que se queda mucha gente, es la historia de un amor que se reparte. Efectivamente, la entrega de Jesús es el amor repartido ahsta el límite, hasta el último trozo. El Jesús del Viernes Santo es uno que dio hasta la última migaja de su amor, que no se guardó nada para sí, que se vació totalmente a favor de la persona, a la que amó sin límites.

En realidad, toda su vida fue un compartir absoluto. Él no salió a los caminos por sus propios dolores, sino por el sufrimiento de los demás. Se dio a todos en los caminos. Él recogió las lágrimas de los demás como si fueran lágrimas suyas y ahí quiso compartir el consuelo con que Dios consuela a los pobres. Él creyó a pie juntillas que compartiendo llega para todos, como lo hizo ver en aquel signo de la multiplicación de los panes.

Por eso, su amor compartido es el que nos ha llegado a nosotros; eso es lo que vemos hoy cuando miramos la cruz: un amor compartido, troceado, desmigado, entregado sin pedir nada a cambio. Un amor que puede ser acogido por cualquier corazón, sin pedir condiciones ni exigir ningún pago a cambio.

Francisco de Asís lo comprendió muy bien y veía en cada una de las criaturas ese amor compartido, sembrado, desmigado de Jesús que crece en toda la creación. “En las criaturas, buscaba a su amado”, dicen sus biógrafos. Hizo de la búsqueda del amor su verdadera pasión. Y cuando lo encontraba, lo derramaba en los demás, en los más sencillos: amor repartido siempre.

Si en este Viernes Santo no llegas a ver, más allá del signo de la cruz, el amor compartido de Jesús, tendrías que pedir a Dios y a tus amigos que te presten una gafas de amor hondo, porque de eso se trata hoy: de ver un amor que se comparte. Entenderías entonces fácilmente que tu amor, por pequeño que sea, también ha de ser compartido. Y has de tener por cierto que, al compartirlo, tu amor no se a ser más pequeño, menos vivo, sino que se agrandará, se enriquecerá, tendrá más brillo.

Amor que se comparte, amor que se divide, amor que se trocea, amor que se desmiga, amor que se mezcla, amor que llega a cualquier rincón, amor de Jesús, amor tuyo. Amor en el Viernes Santo.

Para pensar o preguntar:
  1. ¿Crees que tras lo duro de la cruz está el misterio del amor repartido?
  2. ¿Te parece que si repartes tu amor, éste no disminuye?
  3. ¿En qué cosa concreta tendrías que dar más amor, más acompañamiento, más amabilidad?
 

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